Descripción
No sólo de pan vive el hombre. Y no únicamente de Sherlock Holmes vivió Arthur Conan Doyle. Referente (aparte de la novela policíaca) de los relatos de terror, Doyle se reveló como un apasionado de la arqueología y la egiptología, y buena parte de sus relatos más terroríficos tienen como telón de fondo este escenario. Doyle participa de la aureola romántica que aquellos años del siglo XIX rodeaba el mundo del antiguo Egipto y los faraones. Julià Guillamon nos explica cómo, desde las expediciones napoleónicas y su efímera conquista de Egipto, aquella antigua y olvidada civilización comienza a cobrar una enorme popularidad entre los europeos occidentales. Con posterioridad, el expolio británico de algunos de los templos y tesoros más espectaculares se manifestó crucial en el conocimiento del arte y la iconografía faraónicas.
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