Descripción
La sensibilidad es un fino tamiz que filtra la vida con sutil delicadeza. Nos hace sentir lo ajeno, como si fuera propio, y nos ayuda a estar más presentes y despiertos. Es como leer entre líneas o distinguir entre luces, como pisar entre suelos o flotar entre cielos. Con ella, todo adquiere más relieve: las presencias, las ausencias, los momentos, los gestos, las palabras. Sin ella, absortos en la rutina, todo se vuelve más opaco, más burdo, más insípido. El amor, más que ninguna otra cualidad, estimula y educa la sensibilidad, agudiza los sentidos y despierta las emociones más íntimas y sublimes.
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